Kagbeni es una aldea fundada hace unos 1000 años aproximadamente por familias de tibetanos que llegaron a través de los Himalayas. Se encuentra dentro del distrito de Mustang, en el borde del reino prohibido de Lo, considerado actualmente como uno de los sitios más aislados culturalmente del planeta. Por este mismo motivo ha sido durante décadas un lugar soñado para trekkers, senderistas y aventureros del mundo entero, desde que el explorador y arqueólogo francés Michel Peissel entrara a fines de la década del '60 y se quedase 7 meses a vivir con los aldeanos, y escribiera uno de los relatos más fascinantes de uno de los lugares más exóticos del planeta en su libro "Mustang". En el libro describe con lujo de detalles una sociedad antiquísima que prácticamente no utiliza la rueda, que vive como en la Edad Media, y que en las escuelas los niños escriben soltando puñados de polvo sobre una tabla de madera, y luego con una vara de bambú dibujan los caracteres que desean escribir en el polvo.
El interior de Mustang sigue siendo inaccesible y está prohibido el paso a turistas (leer mi artículo anterior), pero algunas aldeas que se encuentran dentro del límite más exterior pueden ser visitadas sin problema. Kagbeni me pareció la más interesante de ellas. Aquí las tradiciones tibetanas se conservan en un estado de pureza y autenticidad que quizás ya no se encuentre ni en Tibet, luego de décadas de masacre cultural por parte de los chinos desde la invasión de Tibet.
En Kagbeni se puede sentir incluso la presencia de tradiciones Bon (religión antigua y original de Tibet, antes de la introducción del budismo). En una de las fotos se puede ver la figura de un dios Bon (con un pene tieso ¿?) que se encuentra en el medio del pueblo como protección contra los malos espíritus.
Cuando estuve allí en octubre de este año, los nuevos hostales ya contaban con agua caliente calentada por medio de paneles solares (aunque sólo durante el día, y siempre y cuando el día hubiera estado soleado) y electricidad. Aunque hace unos 15 años aún no había nada de eso, pues el circuito de trekking de lo que se llama "Long Annapurna Circuit" tiene relativamente pocos años.
Cuando se entra en la aldea se pueden ver antiquísimas casas de roca, dentro de las cuales conviven personas y animales, y donde se duerme sobre los pisos de tierra. La bebida tradicional es el té tibetano, hecho en base a manteca de yak y de sal, y la principal fuente de combustible sigue siendo la bosta de yak, que a diferencia de la bosta de otros animales, no deja olor al quemar.
En Kagbeni la única escuela para los niños del pueblo es el monasterio tibetano. Éste acaba de ser agrandado recientemente para poder recibir más niños, y es el único lugar donde pueden aprender a leer y escribir. Los niños visten ropa de monjes y hacen vida monástica. Todos los días, a las 6 o 6 30 de la mañana, se realiza el Puja o ceremonia religiosa en el templo antiguo, que es una interesante edificio del siglo XIII, cuadrado, de tres plantas, con ventanas estilo tibetano, techo plano, color rojo (bien al estilo tibetano). A la izquierda de la entrada principal del templo (que está dentro del monasterio) hay una cámara llena de imágenes pintadas en las paredes y mandalas en el techo, con un inmenso cilindro giratorio que se gira a medida que se camina en sentido horario por el interior de la cámara, rezando y recitando el mantra sagrado Om Mani Padme Hum.
La cámara del templo se encuentra en la segunda planta. Desde hace apenas un año, y aprovechando el reciente flujo de turistas, los monjes comenzaron a solicitar una colaboración de 100 Rupias (1 dólar americano) para entrar a la cámara principal del templo, ya que los fondos son necesarios para el funcionamiento y mantenimiento de la escuela. El templo es muy hermoso y realmente vale la pena entrar.
A la madrugada siguiente me levanté bien temprano para poder estar al comienzo de la ceremonia religiosa que dura una hora. Como llegué muy temprano (y además la ceremonia se retrasó un poco, creo), aproveché para dar la vuelta al templo en sentido horario mientras hacía girar todos los cilindros Mani que se encuentran ubicados sobre cada una de sus paredes exteriores. Desde allí también se tiene una vista maravillosa de los Himalayas y del río que baja desde Tibet, y que dicen que es el río más caudaloso de la región, aunque en ésa, la época seca, parezca casi seco. También se pueden ver (ver foto) cientos de cuevas sobre las paredes de las montañas (por más información sobre estas cuevas, ver mi artículo anterior).
Durante el Puja los pocos visitantes nos sentamos en unos almohadones contra las paredes interiores del templo, mientras que los lamas, sentados en dos filas enfrentadas en el centro cantaban, recitaban, y realizaban incomprensibles mudras con las manos y los objetos litúrgicos, y alternadamente tocaban sus instrumentos musicales. Las pinturas del interior son increíbles, pasando desde lo sagrado a lo diabólico, y hasta lo sexual por medio de las imágenes de sexo tántrico donde se ve a Padmasambhava (también llamado Guru Rinpoche o Lopon Rinpochee), el introductor del budismo Vajrayana en Tibet en el siglo VIII, sentado en posición de loto y penetrando a alguna de sus esposas que está sentada encima de él y abrazándolo con pasión. En mi artículo anterior escribí un poco más sobre esto.
En estas aldeas, a la entrada y a la salida se encuentran unos chortens muy antiguos a través de los cuales pasan las personas. Por fuera sólo parecen estructuras de piedra muy rústicas, antiguos y pintadas con descuido. Pero por dentro, sobre todas las paredes y el techo hay pinturas hermosísimas y mandalas, cuidadosamente pintados, y con colores muy alegres (ver fotos). Este tipo de chorten parece ser una regla en los pueblos y aldeas del distrito de Mustang.
El interior de Mustang sigue siendo inaccesible y está prohibido el paso a turistas (leer mi artículo anterior), pero algunas aldeas que se encuentran dentro del límite más exterior pueden ser visitadas sin problema. Kagbeni me pareció la más interesante de ellas. Aquí las tradiciones tibetanas se conservan en un estado de pureza y autenticidad que quizás ya no se encuentre ni en Tibet, luego de décadas de masacre cultural por parte de los chinos desde la invasión de Tibet.
En Kagbeni se puede sentir incluso la presencia de tradiciones Bon (religión antigua y original de Tibet, antes de la introducción del budismo). En una de las fotos se puede ver la figura de un dios Bon (con un pene tieso ¿?) que se encuentra en el medio del pueblo como protección contra los malos espíritus.
Cuando estuve allí en octubre de este año, los nuevos hostales ya contaban con agua caliente calentada por medio de paneles solares (aunque sólo durante el día, y siempre y cuando el día hubiera estado soleado) y electricidad. Aunque hace unos 15 años aún no había nada de eso, pues el circuito de trekking de lo que se llama "Long Annapurna Circuit" tiene relativamente pocos años.
Cuando se entra en la aldea se pueden ver antiquísimas casas de roca, dentro de las cuales conviven personas y animales, y donde se duerme sobre los pisos de tierra. La bebida tradicional es el té tibetano, hecho en base a manteca de yak y de sal, y la principal fuente de combustible sigue siendo la bosta de yak, que a diferencia de la bosta de otros animales, no deja olor al quemar.
En Kagbeni la única escuela para los niños del pueblo es el monasterio tibetano. Éste acaba de ser agrandado recientemente para poder recibir más niños, y es el único lugar donde pueden aprender a leer y escribir. Los niños visten ropa de monjes y hacen vida monástica. Todos los días, a las 6 o 6 30 de la mañana, se realiza el Puja o ceremonia religiosa en el templo antiguo, que es una interesante edificio del siglo XIII, cuadrado, de tres plantas, con ventanas estilo tibetano, techo plano, color rojo (bien al estilo tibetano). A la izquierda de la entrada principal del templo (que está dentro del monasterio) hay una cámara llena de imágenes pintadas en las paredes y mandalas en el techo, con un inmenso cilindro giratorio que se gira a medida que se camina en sentido horario por el interior de la cámara, rezando y recitando el mantra sagrado Om Mani Padme Hum.
La cámara del templo se encuentra en la segunda planta. Desde hace apenas un año, y aprovechando el reciente flujo de turistas, los monjes comenzaron a solicitar una colaboración de 100 Rupias (1 dólar americano) para entrar a la cámara principal del templo, ya que los fondos son necesarios para el funcionamiento y mantenimiento de la escuela. El templo es muy hermoso y realmente vale la pena entrar.
A la madrugada siguiente me levanté bien temprano para poder estar al comienzo de la ceremonia religiosa que dura una hora. Como llegué muy temprano (y además la ceremonia se retrasó un poco, creo), aproveché para dar la vuelta al templo en sentido horario mientras hacía girar todos los cilindros Mani que se encuentran ubicados sobre cada una de sus paredes exteriores. Desde allí también se tiene una vista maravillosa de los Himalayas y del río que baja desde Tibet, y que dicen que es el río más caudaloso de la región, aunque en ésa, la época seca, parezca casi seco. También se pueden ver (ver foto) cientos de cuevas sobre las paredes de las montañas (por más información sobre estas cuevas, ver mi artículo anterior).
Durante el Puja los pocos visitantes nos sentamos en unos almohadones contra las paredes interiores del templo, mientras que los lamas, sentados en dos filas enfrentadas en el centro cantaban, recitaban, y realizaban incomprensibles mudras con las manos y los objetos litúrgicos, y alternadamente tocaban sus instrumentos musicales. Las pinturas del interior son increíbles, pasando desde lo sagrado a lo diabólico, y hasta lo sexual por medio de las imágenes de sexo tántrico donde se ve a Padmasambhava (también llamado Guru Rinpoche o Lopon Rinpochee), el introductor del budismo Vajrayana en Tibet en el siglo VIII, sentado en posición de loto y penetrando a alguna de sus esposas que está sentada encima de él y abrazándolo con pasión. En mi artículo anterior escribí un poco más sobre esto.
En estas aldeas, a la entrada y a la salida se encuentran unos chortens muy antiguos a través de los cuales pasan las personas. Por fuera sólo parecen estructuras de piedra muy rústicas, antiguos y pintadas con descuido. Pero por dentro, sobre todas las paredes y el techo hay pinturas hermosísimas y mandalas, cuidadosamente pintados, y con colores muy alegres (ver fotos). Este tipo de chorten parece ser una regla en los pueblos y aldeas del distrito de Mustang.
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