jueves, 2 de enero de 2014

La Logia Negra y la Logia Blanca de Madame Blavatsky en el budismo tibetano

En su Opus Magna "La Doctrina Secreta", así como en su libro esencial "La Voz del Silencio", Madame Blavatsky menciona una secta budista que define como la Logia Blanca y a otra secta budista que describe como la Logia Negra, la más abominable secta de magos negros. Lo interesante es que ambas se encuentran en Tibet, lugar donde ella afirma que estudió.
La secta que Blavatsky describe como abominable y perversa es la antigua y original secta del budismo tibetano, también llamado Budismo Tántrico o Vajrayana. Esta corriente fue fundada por Padmasambhava cuando introdujo el budismo en Tibet y en Bután. También se le conoce como la Secta de las Capuchas Rojas.



La secta que ella describe como "Blanca" o benévola es la que se conoce como la de las Capuchas Amarillas, y a ésta pertenece el actual Dalai Lama. Esta secta fue fundada por el gran reformador Je Tsong-kha pa (o Je Tsongkhapa), cuando el grado de degradación moral en Tibet (especialmente entre los monjes) había llegado a un nivel escandaloso. Esta nueva secta se oponía a la vieja en cuanto a que establecía que los monjes lamas debían abstenerse de tener sexo, abstenerse de beber alcohol así como sustancias intoxicantes, y también desestimulaba varias prácticas usureras que eran demasiado común entre el clero tibetano. Sin embargo, para sobrevivir esta nueva secta tuvo que realizar varios compromisos que llevaron a que también terminara degenerándose con el correr de los siglos, y a fines del siglo XIX entre los lamas de los Capuchas Amarillas ya era muy común que éstos tuvieran amantes, varios hijos, que bebieran alcohol con regularidad, que la inmensa mayoría de ellos se hacían monjes para ganar más dinero exigiendo donaciones de la gente y vendiendo oráculos y bendiciones; y esta nueva secta también terminó integrando una enormidad de creencias y supersticiones de la antigua religión animista de Tibet: la religión Bon. Por lo tanto, aunque ambas sectas aún existían en Tibet a principios del siglo XX (la de las Capuchas Rojas y la de las Capuchas Amarillas), las diferencias entre ambas no eran tan evidentes como lo debían ser en sus orígenes.

Debemos recordar también que Madame Blavatsky era bastante puritana y conservadora en cuanto a su tolerancia de los excesos y las pasiones, y el hecho de que una corriente que se definía como budista estuviera tan involucrada en prácticas sexuales, alcoholismo y usura o mercantilismo, le debe haber parecido (con justificación) una abominación.

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